Hay un impostor entre nosotros
Cuando era niña, tenía una terrible fijación en la idea de ser famosa. Primero quise ser diseñadora de modas, porque la moda siempre me interesó, luego pensé en ser cantante como Hannah Montana. Todos esos sueños se vinieron abajo cuando mi madre, una agotada mujer en sus 40, decidió pararme en 30 y decirme que “esas cosas simplemente no le pasan a gente como nosotras, que tenía que poner los pies sobre la tierra”.
La verdad es que no le guardo rencor a mi ma, ella siempre trató de mantenernos en órbita para evitar que la vida nos decepcionara en el futuro. Poco a poco fue descubriendo que sus tres hijos tenían talentos de todo tipo: a mi siempre me gustó el arte y me expresaba de formas muy creativas, mi hermana aprendió japonés por su propia cuenta y mi hermano mayor era buenísimo para los deportes, así que eventualmente empezó a apoyarnos en nuestros intereses (en la medida de sus capacidades, claro).
A los 11 años me di cuenta que quería ser periodista, ¿cómo no me iba a gustar? si siempre disfruté leer el periódico. A veces, si me portaba bien, me compraban La Prensa los jueves para leer el suplemento infantil chavalos o los sábados para leer la revista literaria y los suplementos de adolescentes. Mi papa tenía una clínica dental en León, en la casa de un pintoresco señor, Don Jacobo, a esa edad descubrí su colección de revistas Magazine (yo, la más fan del Diario La Prensa) y las devoré una por una. Era un hecho que mi vida se dirigía por el mismo camino de escribir, ¿Sobre qué? ¡Sobre absolutamente todo!, ¡Sobre lo que me diera la gana!
A los 12 años a mi primo mayor le dieron un iPhone, así que hicimos un cambio: Yo le di los audífonos beats que heredé de mi hermano tras su fallecimiento y a cambio me quedé el iPod Touch 4 con el que descubrí Instagram. Así conocí los blogs de fans y me creé el mío, dedicado a One Direction. Le dediqué dos años donde practiqué mi inglés y aprendí a hacer fotomontajes con mi dispositivo portátil, así conocí a mucha gente y aprendí a crear comunidades en línea.
Para los 15 años ya tenía mi primer canal de YouTube con un novio que me insistía en no decirle a la gente que éramos pareja (porque así no me iban a venir con el chisme de que le estaba tirando el cuento a nuestras “fans”). Nos fue muy bien, pero en un impulso lo borré de la faz de la tierra, para nunca volver a ver esos videos en mi vida. Cuando cortamos yo quise seguir haciendo cosas en internet, así empecé Womanly Random. No recuerdo la fecha, pero fue un poco antes de cumplir 16. Así podría quejarme de mis dolencias adolescentes sin que nadie supiera mi identidad.
En ese momento tuve que enfrentarme por primera vez a mi familia. Mi profesora de física y matemáticas, la Profesora Mildreed, me comentó que “La UCA es la universidad de los periodistas” y ciegamente le hice caso. Empecé a esconder todos los afiches y brochures de la UNAN, atrasé el proceso lo suficiente para no hacer la prematrícula y perderme el examen de admisión. Me propuse conseguir una beca parcial para poder irme a Managua, pero en retrospectiva creo que habría podido conseguir la beca completa.
Logré entrar a la carrera, pero me enfrenté a las carencias que normalmente pasan los estudiantes foráneos. A decir verdad no tenía las mejores calificaciones, pero varios de mis profesores me tenían mucha fe, por algún motivo que no lograba comprender. Trabajé en La Rock FM simplemente por publicar un estado en Facebook, lo dejé a los meses porque me daba miedo hacer el viaje en ruta y la caminada hasta la estación de radio. Hice voluntariado de comunicación en TECHO hasta que me sancionaron por romper las reglas en una actividad, luego agarré una pasantía en Casa Cross, pero también la dejé botada en el contexto de las protestas de 2018, la verdad es que no tenía la madurez para mantener ninguno de esos puestos, pero por algún motivo los estaba consiguiendo.
La vida se puso modo difícil de ahí en adelante, me tocó dejar de lado mis aspiraciones por un tiempo para enfocarme en sobrevivir. Gracias a Dios en mi camino aparecieron varias personas que me ayudaron de maneras que jamás les podré retribuir: La tía Brenda, Lauren de la lavandería, Allie, Barb y Emily de World Relief… y así, mucha gente.
Luego de servir cantidades inconmensurables de hamburguesas, cocinar cientos de desayunos y servir múltiples cafés (que tal vez podrían haber terminado derramados sobre mi en algún momento) tuve un momento de retrospectiva donde me dije a mi misma que algo tenía que cambiar, no me podía rendir así por así, no otra vez, esta vez tenía que hacer el esfuerzo.
A los 19, en pleno verano, decidí retomar el Womanly Random con un podcast. ¿Por qué un podcast? Pues porque le sabía a la edición de audio y era más fácil que hacer videos, realmente no podía sacar un video así por así, no tenía el equipo suficiente y mi compu me iba a dar muchos problemas, yo solo quería expresarme, ya que ni siquiera tenía edad para beberme todas mis penas en una cantina. Solo saqué dos episodios y, como siempre, me detuve, lo dejé ahí.
A los 20 tuve mi primera crisis emocional. La verdad es que no estaba soportando toda la presión de mantenerme a mi misma, estaba rentándole a la familia de mi única amiga y me sentía muy sola; el 24 de diciembre la pasé muy mal, recibí el año nuevo encerrada (y sola), en una esquina de mi cuarto sin puerta, sin privacidad, todos en la casa se quejaban de mi y sabían que yo les podía escuchar. No sabía con quién hablar, porque mi novio de la universidad estaba muy ocupado metiéndose ácido en algún rave de Managua, buscando en otras chavalas sexo, que tanto le importaba.
Me quería suicidar porque él no quería que cortáramos, él quería tenerme ahí aunque la ex novia de su mejor amigo lo estaba acusando de haberla tocado cuando estaba dormida. Una vez más, lo poco que había construido se iba a caer, esta vez para siempre. No pude más cuando muy dignamente me reprochó que “a mi lo único que me importaba era mi reputación y lo que iban a decir de mi, pero el que estaba sufriendo era él.”
Obviamente, pedazo de hijuelagramputa, obviamente lo único que me importaba era mi reputación, si yo no lo mandé a hacer nada, yo no había hecho nada para irme con él en el saco.
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Obviamente, pedazo de hijuelagramputa, obviamente lo único que me importaba era mi reputación, si yo no lo mandé a hacer nada, yo no había hecho nada para irme con él en el saco. 〰️
La etapa de darse una vuelta por el hospital mental recomiendo saltársela, pero ahí pude leer un libro de Mitch Albom llamado Las cinco personas que conocés en El Cielo. El libro es bastante directo con su intención, perfecto para alguien que está en una crisis emocional como la mía, me lo robé del hospital porque no lo había terminado para cuando me dieron de alta.
En marzo de 2020 decidí retomar el proyecto del podcast, esta vez con un poco más de habilidad y con un nuevo celular, así que naturalmente planifiqué terminar un video sobre La Yuma y enfocarme en el instagram que le había hecho al podcast, al final, Womanly Random se llama así porque yo quiero hablar de absolutamente todo, nada está fuera de mi rango.
Esta entrada la empecé en mayo de 2024, pero hoy es 30 de septiembre, en un mes voy a cumplir 25 y acabo de salir de una entrevista donde pude profundizar en mi migración, ahora que me siento tan lejos de esa muchacha de 18 años que tenía cero experiencia de vida, que dejaba botados los trabajos como si fueran migajas de pan, que no podía defenderse a sí misma y me siento tan cerca de esa muchacha de 20 que solo quería cerrar los ojos y no volverlos a abrir.
De los 21 a los 23 no le quería contar a nadie a mi alrededor de este pequeño hobby, no sé ustedes, pero está difícil explicarle a la gente lo que hago. No es solo arte, pero no es meramente periodismo, es un blog, claro, pero ¿de qué? ¿Política? ¿De mi vida? ¿De feminismo? Womanly Random es eso y ya, soy yo. Son todas las clases que no apunté pero me grabé en el cerebro, ahora puedo decir que “es una de las plataformas de opinión política más importantes del país”, pero no fue algo que sucedió de la noche a la mañana.
Un post viral no siempre te arma la carrera, que te hagan una nota en bacanalnica a los quince años o ganar por muchísimo un concurso de la radio a los 17 no significa nada si no creés en tus habilidades. No digo que hoy lo tenga todo resuelto, todo lo contrario, estoy en medio de una incertidumbre que me hunde en su fría oscuridad, pero lo único que he aprendido de la historia que hoy puedo resumir en estos párrafos es que nunca me he dado por vencida, siempre he hecho todo lo posible por reconstruir mi vida. Esta vez no va a ser distinto, cada día es un nuevo inicio.
Si estás leyendo esto, significa que volví a empezar, esta vez no tengo miedo, solo me siento ansiosa al pensar en todo lo que tengo que hacer este mes, pero no quiero cumplir 25 sin haber dado la pelea una vez más. Termino esta entrada con una frase que defendí en cada partida de among us durante la cuarentena de 2020.
Les juro que yo no soy el impostor.